Son las mismas calles las que nos han visto pasear y crecer. Ahora pueden observar que la complicidad se ha esfumado, que de eso ya poco queda. Con solo abrir un poco los ojos, se ve que el esfuerzo y la paciencia no llevan a ninguna parte. Que la confianza ya no es la misma y que los argumentos se acaban. Las ganas son cambiadas por excusas y el echarte de menos es casi impensable. Y pienso que quizás, tan solo quizás, yo sea la culpable pero ya se sabe que cuando algo es cosa de dos, uno tira más que otro, y yo me cansé de tirar.