viernes, 17 de junio de 2011

Hoy por ti he recuperado mi voz.

Cuando por fin parece que llega un poco de calma volvemos al punto de partida. Eres incapaz de entender que no puedo más, que necesito espacio y un poco de tranquilidad. Es llegar el momento en el que puedo descansar y ya vienes de nuevo con tus quejas y reprimendas.

Opinas que no valoro nada de lo que haces, que puedes con todo. Y te equivocas. En ningún momento han salido esas palabras de mi boca. Soy totalmente consciente de tu situación y de tus limitaciones. No dejas de repetirme que tengo que entenderte. Pero... ¿sabes cuál es el problema? Que sí, que te entiendo mejor que nadie. La cuestión no es esa. Estoy cansada de tener que entender a todas las personas que me rodean. ¿Quién me entiende a mi? Claro, lo olvidaba, eso no tiene mayor importancia. Mi voz empezó a perderse, pero lamento informarte que comienzo a recuperarla. 

Empiezo a recuperarla no porque la situación me enfade, cosa que ya hace mucho tiempo que no sucedía. Mi voz empieza a recuperar su tono natural porque ya he llegado a un límite. Estoy en un punto en el cual mis capacidades están reducidas a cero y necesito tiempo. 

Confías ciegamente en mis posibilidades y te lo agradezco de corazón. Debes entender que esas posibilidades puedes quedar reducidas a nada si no hay un esfuerzo detrás. A estas alturas deberías conocer perfectamente cuáles son mis limitaciones pero tú sigues totalmente segura de que puedo con todo.


Sólo puedo agradecerte en estos momentos que hoy por ti he recuperado mi voz. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario