La brisa del mar en estos tiempos nunca viene mal, olvidas las preocupaciones y cuando el calor se empieza a notar, no está nada mal poder sumergirte bajo el agua. Poco a poco. Recuerdas cuando eras pequeña y te pasabas las horas en el agua sin cansarte. Puedes descansar y a la vez soñar. Planear como va a ser tu tarde, porque a pesar de estar disfrutando sabes en todo momento cuales son tus obligaciones.
Luego, cuando llegas a casa, sientes la necesidad de irte de nuevo. Pero no por ti, sino por ellos. A veces olvidas el motivo por el cual a veces quieres irte y no aparecer en unos días. Porque siempre es lo mismo. Y ya te has hartado de escuchar y de resignarte. Demasiado tiempo midiendo tu propio control. Sin contestaciones. Y temes volver al punto de partida. Volver a empezar otra vez.
Tan solo quieres que por una vez en sus vidas se planteen la suerte que tienen. Porque todo podría ser peor. No te consideras la hija ejemplar que quizás hubieran querido, pero siempre lo haces lo mejor posible. Y eso es lo único que no son capaces de ver. Tan solo hay lugar para quejas, quejas y más quejas.
Después, no será de extrañar que cuando desapareces durante un corto período de tiempo seas incapaz de echarles de menos.
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