No se muy bien por qué pero cada cierto tiempo, aproximadamente un mes siempre me da por abrir ese cofre que está ubicado en un pequeño lugar de mi habitación. Casualmente siempre suele coincidir con algún momento en el que mi estado de ánimo no suele ser el que yo quisiera. En él guardo recuerdos, me atrevería a decir que demasiados. Todos y cada uno de ellos pertenecen a tiempos mejores, donde reír no suponía el más mínimo esfuerzo y donde los problemas, que por aquel entonces parecían abismos ahora no son comparables con los problemas que debemos enfrentarnos cuando crecemos.
Siempre se repite la misma acción. Me siento sobre mi cama y empiezo a sacar de una en una todas las cosas que están en su interior. Quizás, el motivo por el cual vuelvo a ese mismo punto es porque me niego a olvidar.
Ya apenas queda algo de mi de lo que era en aquellos tiempos. Tengo la sensación de que poco a poco he ido perdiendo una parte importante y que en ocasiones quiero recuperar, pero ya resulta algo totalmente imposible. A medida que llega ese pensamiento a mi cabeza, segundos después desaparece.
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