Y pasaron los meses. Siempre miraste al futuro con gran desconcierto, con la mirada pérdida y sin querer avanzar. Siempre deseando con todas tus fuerzas parar las manecillas del reloj para no seguir. Para detener la vida en este sencillo instante. Se te antojaba el 'aquí y ahora'. Preferías no mirar hacía delante. Veías una cuesta inmensa y con multitud de piedras. Y necesitabas constantemente una mano para poder sostenerte. Sin embargo, ahora, no sabes exactamente en qué momento cambió eso en ti que, a pesar de los tiempos que corren, tienes ganas de aprender, de ser mejor. De destacar. Sí, justo eso. Quieres brillar con luz propia.
Nunca ha sido falta de ganas sino un exceso de miedos.
Así que, vamos a robarle el tiempo al tiempo.
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