De pequeña solía escribir todo lo que no me atrevía a decir en voz alta. Nunca hablaba de lo poco que me gustaba mi alrededor, de las pesadillas que jamás acababan y de las sonrisas fingidas. Era costumbre responder a la pregunta ¿Cómo estás? con un "bien" y una sonrisa aunque eso no fuese así. Con el paso de los años me di cuenta que lo convertí en un hábito. Prefería pensar que todo lo malo que pudiese haber en mi vida no era nada comparado con otras cosas.
Y sigue siendo un hábito para mi contestar a esa pregunta con un bien porque sigue siendo lo más fácil. Porque me siguen faltando razones para explicar que algo no va bien si no lo veo lo suficientemente importante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario