De nada sirve negar lo evidente. Escuchar esas palabras en otro momento te hubieran producido bastante daño, pero ahora es diferente porque para lo único que han servido ha sido para hacerte consciente de que todas tus suposiciones eran ciertas. Te sorprende que empiezas a sentir las cosas con menos intensidad, quizás es porque ya has empezado a rendirte y quieres ser fuerte cueste lo que cueste.
Piensas en dejar a un lado el corazón para pensar por primera vez con la razón. Enumeras uno a uno todos esos momentos que te han otorgado un poco de felicidad, algo de color en tu vida. Después, das un giro de 180º para adentrarte en los recuerdos dolorosos, las noches en las que te dormías llorando. ¿Con qué te quedas?
Deseas con toda tu alma poder olvidar y centrarte en el 'aquí y ahora'. A fin de cuentas eso es lo único que parece contar.
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