Crees tener cerradas muchas heridas cuando el confort y la tranquilidad te rodean. Es verdad, es fácil no pensar en cómo era mi vida antes, en cómo llegar a casa era sinónimo de intranquilidad y una constante preocupación. Ese terrible sonido de abrir y cerrar una ventana, las caras largas y las constantes preguntas. Dónde la única salida era estar el máximo tiempo posible fuera de ella porque era el único momento en el que no era difícil fingir que todo iba bien.
Crees olvidar todo y cada uno de los detalles, pero lo cierto es que hay cosas que son imposibles de eliminar por completo. Porque la clave no se encuentra en olvidar sino en perdonar. Y no basta con decirlo sino con sentirlo de verdad lo cual dificulta mucho más las cosas. Tiendo a medir mucho mis palabras, me gusta pensar de forma muy minuciosa el qué debo decir y el cómo debo comportarme. Y solo existe un momento clave en el que olvido por completo esa parte. Es entonces cuando soy consciente de que aún, a estas alturas, no les he perdonado.
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