Uf, escuece. Es cómo cuando eras pequeña y tu madre te echaba alcohol en una herida y ella te decía que no te dolería para que no te negases a que te lo echara. Ahora es igual. Tienes una herida, y aún no sabes bien la gravedad de ésta. Si es grande o es pequeña. Ni cuánto tardará en sanar. Pero escuece.
Esto es como eso. No hace mucho estabas totalmente segura de la decisión tomada. Eras consciente de que perdías más de lo que podías llegar a ganar con la decisión contraria. Y lo cierto es que a pesar de todo, sigues pensando igual. Pierdes más de lo que ganas. Al menos eso es así para ti. Cada día eres más consciente de que no es de forma reciproca. Lo intentas, das todo de ti. Lo ofreces todo y no te importa. Pero no es suficiente, que por mucho que lo intentes, se queda en eso, en un mero intento. Y desgraciadamente no puedes evitar sentirte como "la mejor opción" porque no hay nada más. Quizás todo consista en eso: en opciones. Y es entonces cuando la herida se abre un poco más.
Puedes llegar a ser "la mejor opción" en ocasiones, pero eso es un simple título porque realmente, muy a tu pesar, no eres nada y te duele aún más porque quizás, tan sólo quizás, para ti, esa persona, a veces lo puede ser todo.
Te diste cuenta tarde. No existen puntos intermedios.
Consiste en todo o nada.
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