- Te quiero, Helle.
Helle le miró sin decirle nada. Tragó saliva. Cuando abrió la boca,
Shane se le adelantó.
- Sé
que quizás es pronto para eso. Solo llevas aquí
unos meses y, bueno, ¿cuánto tiempo llevamos…? Es decir, nunca había
sentido algo así por nadie. Nunca me había sentido tan vulnerable ante alguien.
He sido frío toda mi vida y ahora tú me desarmas solo con una mirada. ¿Cómo se
supone que debo sobrellevar eso sin tener miedo? Lo único que sé es que no
quiero perderte por nada, y que si hace falta llenar el mundo de velas para que
te sientas la persona más especial, no te quepa duda que lo haré.
- Shane.
— murmuró Helle, y el chico enmudeció. — Es difícil. Cualquier sentimiento, por
pequeño que sea, es nuevo para mí. Me asusta todo lo que nos sucede. Me asusta
cada mirada y cada palabra, porque me llevan un paso más cerca de ti y un poco
más lejos de la cordura. Siento que si te lo doy todo podrás romperme en
pedazos. Pero cuando estoy contigo, así… —añadió, cogiéndole la mano. — Todo
encaja, todo es como siempre tendría que haber sido. Creer que es tan perfecto
que no puede durar es un pensamiento que me atenaza cada noche pero, ¿de qué
sirve fingir? No gano nada huyendo de expresiones ni de frases de dos palabras,
porque lo digamos o no, está ahí. Así que sí, Shane. Yo también te quiero.
Aunque me de miedo admitirlo, aunque me aterrorice la idea de exponerme de esta
manera, con todo al descubierto. Te quiero, y ahora, en este lugar, en este
preciso momento, sé que te querré todos los días de mi vida.
Fuente: "El Regreso", Gloria Martínez Villamandos.
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