- Digo, señor Heathcliff, que no debe usted hacerlo y que nunca lo hará por medición mía. Un nuevo encuentro entre usted y el amo acabaría con su vida.
- Ese encuentro puede ser evitado si tú me ayudas. Y si existiera el peligro de tal evento, si él pudiera ser la causa de que un nuevo sobresalto pudiera perturbar la existencia de Catherine...¡bueno, entonces creo que estaría justificado llegar hasta el extremo! Quiero que tengas la sinceridad suficiente para decirme si Catherine sufriría mucho perdiéndole a él. El temor de que pueda ser así es lo único que me detiene. Y ya ves, ahí tienes la prueba de lo diferentes que son nuestros sentimientos. Si él estuviera en mi lugar y yo en el suyo, aunque le aborrezco hasta el punto de que ha envenenado mi vida con ese odio, jamás levantaría una mano contra él. Puedes mostrarte todo lo incrédula que quieras. Pero yo nunca le habría separado de su compañía, mientras ella siguiera deseando vivir con él. [...]
- Y sin embargo, no tiene usted el menor reparo en destruir toda esperanza de curación para ella, ni en volver a introducirse en su recuerdo, ahora que ella casi le ha olvidado, ni en envolverla en una nueva red de discordias y tribulaciones.
- ¿De verdad crees que casi me ha olvidado? Bien sabes, Nelly, que no. Sabes lo mismo que yo que por cada pensamiento que le dedica a Linton son mil los que me dedica a mí. En una de las épocas más tristes de mi vida, también yo supuse algo así, y ésa era mi obsesión cuando volví aquí el verano pasado. Pero ahora, solamente oyéndolo de sus labios podría aceptar de nuevo tan horrible suposición. Y en ese caso, ¿qué podrían importarme ya Linton ni Hindley ni todos los sueños que he alimentado? En dos palabras se resumiría entonces mi futuro: muerte e infierno, porque la vida, si la perdiera a ella, sería un infierno.
Fuente: "Cumbres Borrascosas", Emily Brontë.
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