Llevabas tiempo con el temor de ponerte a escribir y decir todo lo que tienes en la cabeza. Volcar todos tus sentimientos y pensamientos sin dilación, dándote igual lo que pudiesen llegar a pensar o el daño que pudiese ocasionar.
Agachas la cabeza y te callas. Una y otra vez. Estás harta de todo y de todos. Y con lo más mínimo temes que las murallas que te defienden en tiempos de guerra se vayan deteriorando poco a poco hasta que llegue el día donde estés completamente al descubierto y no haya posible defensa que pueda salvarte.
Pero nunca olvides que esas murallas te defienden de todo aquello que esté a tu alrededor, el problema será cuando el único rival que quede, seas tú misma.
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