Puedes tirarte horas delante del teclado sin mover ni una sola tecla. Cualquiera díria "no tienes nada que escribir" y a veces tú misma reconoces que estás vacía. No siempre tienes cosas que gritarle al mundo. Sin embargo, en esta ocasión es justamente lo contrario.
Llevas años forjando tu personalidad y crees o confías en que todos piensan que eres buena persona. Das todo lo que tienes por los demás y en ocasiones, cuando te es posible, eres el pilar que aguanta a todas aquellas personas que quieres porque lo necesitan. Es entonces cuando no te importan los agobios, los pesares ni los malos humores. Sí es necesario, eres la que se posiciona en primera línea para lo que haga falta.
Pero a pesar de ello, en estos instantes te encuentras en un punto intermedio en el que ya no quieres seguir. Porque no lo ves justo, sientes el cansancio, la pesadez y temes por un momento sacar lo peor de ti.
Ahí está la clave.
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