sábado, 18 de febrero de 2012

Goodbye.

Unos van y otros vienen. Puedo sorprenderme de la facilidad con la que una persona puede entrar en mi vida y cuando menos me lo espero ya no está. Puedo arrepentirme de haber sido un libro abierto para ti, de haber confiado plenamente en ti. No sé, una vez más fui esa niña inocente que creyó que estarías siempre, nos unía mucho más que una simple amistad, quizás ese fue el problema, ya que eras parte de mi familia: de ese pequeño y reducido número de personas a las cuales considero familia. Supiste hacerte con tu propio lugar en mi vida, aunque eso no es muy difícil o eso creo. 

Debería arrepentirme de tantas cosas, debería no importarme. Existen tantos "debería" que son imposibles de contar, y aún así, a pesar de todo sigo sintiendo gratitud hacía a ti. Y se perfectamente las razones. 
Puedo admitir que conoces partes de mi que a día de hoy nadie conoce. Me has visto en el peor de mis días y has sabido ser de ayuda para hacerme más fuerte. Podía encontrar en ti esa estabilidad que necesitaba esos días dónde parecía que no pertenecía a ninguna parte. Contigo era fácil reír en cualquier momento y en cualquier lugar. Así que, ¿cómo odiarte? ¿qué debo hacer para que dejes de importarme? 

Llego a la conclusión de que pase el tiempo que pase, guardaré todos esos buenos recuerdos en alguna parte dónde jamás se pierdan. Al menos creo que eso te lo debo. Dejarás de importarme,  lo sé, pero sólo y únicamente porque te has ido. Así que debes concederme al menos eso.



No hay comentarios:

Publicar un comentario