Te embarga la duda.
En tiempos de flaqueza es inevitable no sentir que eres la única que aún mantiene el sentimiento vivo, que eres incansable. Te preguntas sí algún día llegaras a rozar los límites, ese que te diga "basta, no sigas, déjalo estar". Reconoces que en ciertos casos puntuales, segundos tal vez, tu cabeza se encuentra exactamente en otra parte. En un lugar mejor, en el lugar en el que querrías estar, en ese en el que se produjese una llamada o tan solo una señal. Algo que te permitiese el lujo de sonreír, de sentir eso que llaman felicidad.
Después llega el momento que no quieres. El momento de despertar, de ver que tan solo soñabas despierta. Porque tienen razón aquellas personas que dicen que cuando más deseas algo, jamás ocurre.
Sin embargo, contra todo pronóstico, a veces ocurre. Así, sin más. Sin previo aviso. ¿Y sabes qué? Es entonces cuando verdaderamente rozas la felicidad aunque sólo sea durante un pequeño instante. Es mejor cuando el sentimiento surge de forma inesperada y no por obligación. Así siempre sabrás que ha sido de corazón.
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