martes, 12 de abril de 2011

Impresiones.

Cuando conoces por primera vez a alguien siempre haces suposiciones sobre esa persona. Piensas como puede ser simplemente por la primera impresión. Ya me lo decía mi madre desde pequeña "siempre tienes que dar muy buena impresión al principio, luego ya da igual, la gente te recuerda y te acerca a una serie de características dependiendo de lo que han visto el primer día". Que razón tenía. Lo gracioso es que siempre me equivoco. Pienso que las personas son de una forma y luego ni se le acercan al pensamiento que tenía sobre ellos. Ya sea tanto para lo bueno, como para lo malo. Para que engañarnos, siempre intento pensar bien de todo aquel que conozco, básicamente porque jamás pretendo darle mayor importancia.
Después llegan las decepciones. Aunque muchas veces supone justo lo contrario. Otras te sorprenden. No porque esperases menos de ellas, no. Básicamente, esas personas que simplemente eran conocidas, ahora te vas dando cuenta de que las conoces mucho más de lo que pensaste en un principio. Forman parte de tu vida. Se han ganado su propio lugar. Y tú quieres que eso sea así. Porque ahora conoces cada uno de sus gestos, sabes sus contestaciones, la manera en la que puede responder a una serie de estímulos. Y esa sensación... te gusta. 

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