jueves, 21 de abril de 2011

Prefieres perder.

Cuesta reconocerlo pero es verdad. Lo sabes. Estás cansada. Cansada de ser siempre la que tiene que tirar de los demás, la que debe estar para todo lo que haga falta. Esto es un tablero de ajedrez, tienes que estar pendiente de cada movimiento, de cada elección y mover lo mejor posible tus fichas para lograr tus objetivos. En realidad, ya has llegado un punto en el que te cuesta pensar con claridad, y en cierto modo prefieres perder. ¿Qué mas da? Tan solo es una partida más. Puedes comenzar una nueva cuando lo veas conveniente. Sabes la colocación exacta de cada ficha para conseguir lo que quieres. Pero requiere de esfuerzo. Por una vez, prefieres no ser tú la que mueva las fichas.

El problema reside en que el tablero de ajedrez, en ocasiones, no está al completo. Te has dado cuenta de que no puedes contar en todo momento con cada una de las piezas. Y eso es quizás (ya que no estás del todo segura) lo que te hace pensar que esto a veces no merezca la pena.


En algún que otro momento, inconscientemente deseas con toda tu alma que esas piezas que te faltan no fuesen tan importantes

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