martes, 9 de agosto de 2011

Miradas.

No había nadie más en esa playa. Solos tú y él. No dejabais de hablar de temas sin importancia, matando el tiempo como para ambos era una costumbre. Los silencios no existían en vuestra relación extraña. Sin embargo, en ese momento el dejó de hablar y tú de escuchar. Le miraste fijamente a los ojos y el tenía una mirada distinta. No te miraba con los mismos ojos que siempre. Era una mirada fría, dura. Fue entonces cuando no supiste que decir. Así que decidiste apartar la mirada y perderte en ti misma. 

No habían transcurrido ni cinco minutos cuando el levantó su mano para tocarte el rostro y girarlo suavemente para que vuestras miradas volviesen a encontrarse. Tenías miedo de volver a ver esa frialdad en su mirada. Sin embargo, esta vez no sentiste frío ni dureza. En su mirada sólo había dulzura. Una dulzura que sólo el podía tener cuando estaba contigo. 

- Te quiero.- susurró.

Tras decir esas palabras, posó suavemente sus labios sobre los tuyos. Ahora entendías porque se produjo ese silencio. El sentía el mismo miedo que tú. El miedo a ser rechazado, a no tener la suficiente valentía de decir sus sentimientos. Momentos después decidió separarse de ti, pero tan solo a unos centímetros de tu rostro.. Ambos con los ojos aún cerrados y con la respiración un tanto acelerada, lograste pronunciar esas palabras que él esperaba que dijeses, que confirmaran que sus sentimientos eran correspondidos...

-Cómo yo a ti...


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