Quieres que pasen los días lo más rápido posible. Sientes la necesidad de que las horas se conviertan en minutos. Llevas dos noches sin poder conciliar el sueño ya que pierdes la mayor parte de tu tiempo pensando y preocupándote por cosas que quizás en otros tiempos no le hubieras dado la mayor importancia.
Quieres que acabe esto de una forma u otra. Quieres regresar a tu estado de pasividad, de que todo lo que gire a tu alrededor no te importe lo más mínimo. Sí, te gustaba estar de ese modo. Así era mucho más fácil. Reír sin pensar en los demás, divertirte ser tu mayor prioridad.
Últimamente ves que todo es un completo desorden. Nada está en su correspondiente lugar, la mayoría de las cosas te desagradan o no terminas de comprenderlas. O quizás no querías comprenderlas. Prefieres pensar en como eran las cosas antes para no ver como son ahora.
Al final, conseguirás cambiar. Cosa que nunca has querido. Ya vas dejando esa faceta de niña inocente que no quiere ver lo malo de la gente ni de las cosas. Era fácil pensar así. No, fácil no, era más bonito por decirlo de alguna manera. Nunca has sido inocente, tú misma te engañabas para no ver como era la realidad. Digamos que ahora has abierto los ojos más de la cuenta y no puedes evitar que en determinadas ocasiones tu expresión cambie o que no te extrañes de lo que estás escuchando. Al principio sufres decepción, luego viene la resignación.
Ahora tan solo quieres que los días pasen. Sólo eso. Lo que venga después ya se verá.
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