Otra vez entre estas cuatro paredes. Después de una semana, ya era hora de regresar a casa. Todo está en su correspondiente lugar. Sabía que nada cambiaría. Vi tu rostro antes de bajar del autobús. Buscándome. Ni siquiera podías esperar a que cogiese la maleta para llenarme de besos. No han hecho falta muchas palabras. Se con total seguridad que me has echado de menos.
Debo reconocer que me encanta escuchar frases tales como "cómo se nota que ya estás en casa", "antes el teléfono nunca sonaba mientras estabas fuera", "¿Está ya la niña en casa?". Porque siempre seré la niña pequeña de esta casa. La que no deja de hablar en las comidas, la que suelta alguna que otra gracia tan solo por haceros reír. Quizás de vez en cuando sintáis un poco de miedo porque el tiempo pasa, vamos creciendo y a cada instante tenemos que estar tomando decisiones. Pero a pesar de que pasen los años, yo siempre seguiré siendo la "niña". Me mirareis con los mismos ojos. Y en realidad... no quiero que eso cambie. Quiero ser lo que siempre he sido. Y que nada ni nadie logre hacer que me veáis de otra forma.
Si por mi fuera no dejaría que las manecillas del reloj siguiesen su curso.
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