Te pasas media vida siendo como una noria. Con tus momentos de gran altura y en otros, sin embargo, en la parte más baja de ella. A veces sientes la necesidad de irte, más de lo que deberías. Deseas conocer sitios nuevos y que tu memoria no sea capaz de quedarse con cada mínimo detalle. Quieres huir. Huir de la rutina, de que todo sea la misma historia de siempre.
Con el paso del tiempo las relaciones poco a poco se van deteriorando, sufren aquello que denominas "grietas". Para que éstas desaparezcan requiere de mucho tiempo y paciencia para así volver a reconstruir lo que había en un principio. Pero es demasiado difícil. Y no sólo depende de ti.
También te haces consciente de tu cambio. Ya has llegado un punto en el que te has cansado. Que tú ritmo es muy diferente al de los demás. Giras en otro sentido distinto al de ellos. No puedes evitar sentir pena ni tampoco que las lagrimas recorran tu rostro. A fin de cuentas hoy estás aquí, y mañana puedes encontrarte en un sitio totalmente diferente. Lo peor es que esa idea no te desagrada del todo.
Quizás hace un tiempo, la idea de marcharte lejos te aterraba. No podías verte en otro lugar que no fuera éste. Aquí estaba y está toda tu vida. La noria giraba en el sentido correcto y te sentías en perfecta armonía. Pero ahora... la situación es distinta. Te sientes fuera de lugar en demasiadas ocasiones y que ya no formas parte de un todo.
Al crecer se te quita la ilusión de subir a atracciones y te quedas abajo viendo como se lo pasan los que sí continúan subiendo. Es como estar al margen. Estas ahí, pero no dentro. Es una forma de vivir las cosas sin que te afecten tanto. Es vivirlas de un modo diferente, pero al fin y al cabo las vives...
ResponderEliminarLa ilusión por las atracciones lamentablemente la perdí hace demasiado tiempo. Pero me gustaba girar en perfecta armonía ya que de esa forma lo tenía todo.
ResponderEliminarLa pena de no estar en ella, es que puedes vivir las ilusiones, pero no sentirlas como debería. No es algo pleno, y mucho menos satisfactorio.