Dale al play. Sube el volumen. Que suene bien fuerte, tanto que seas incapaz de escuchar algo más que no sea la letra de la canción. Olvida, sonríe y se feliz. Porque hay canciones que pueden alterar tu estado de ánimo, que te pongan triste o que provoquen el efecto contrario. Y hoy, sólo quiero escuchar canciones que puedan alegrarme el día, que me hagan ver que no hay pena que dure 100 años y que mañana será otro día.
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