Aprovecha ese sentimiento. Uf, aún sigue siendo incomodo. Te sorprendes a ti misma porque a pasado mucho tiempo de todo aquello. Uf, una punzada. Te sigue doliendo. Por momentos querías correr e irte de su lado. Te sentías fuera de ese lugar a pesar de estar al lado de todas las personas que más te quieren en este mundo. Vuelves a pensar en tu promesa. Esa promesa que nunca olvidas, pero que nunca terminas de cumplir porque es algo superior a ti. Y te lamentas. Te lamentas pero sigues sin hacer nada al respecto.
No eras más que una niña pequeña cuando jugabas a ser una persona mayor. Lo probaste y ya de entrada no te gustó. Preferías seguir siendo pequeña para no tener que tomar decisiones, para que los problemas se solucionasen con el tiempo. Y ahora, ya eres mayor, o al menos en cierta medida sí, por lo que tienes que ver cómo la gente entra en tu vida y te va dejando poco a poco. Has perdido a muchas personas, pero a ti no te consigo olvidar.
Por fin has conseguido irte. Poco a poco el sentimiento va desapareciendo, pero sigue latente. No sabías como salir de allí, pero lo has hecho de forma sutil. Una vez más nadie ha notado que estabas tensa. Se te da bien fingir. Demasiados años de práctica. Ves una escusa. Llueve. Y una vez más, como si volvieses a tener 8 años, sacas la mano para sentir el agua caer sobre tu mano. Miras al cielo y piensas en ella: "Ahora estarías aquí conmigo, verías cuánto he crecido. Verías cuánto me parezco a ti."
Y no hay día en el que no piense en ti.
No hay comentarios:
Publicar un comentario