Enciendes la radio. Decides dejar la primera emisora que aparezca aunque te arriesgas a que la música que suene termine por no gustarte. Uf, que suerte, sí te gusta. La canción está terminando y esperas a que suene una nueva.
Esta vez, tu corazón da un vuelco. No es una canción cualquiera, es esa canción. La que te trae recuerdos cada vez que la oyes, la que provoca en ti el sentimiento de echar de menos. Ahora es cuando maldices haber puesto esa emisora. No está mal recordar, claro que no. Pero estás haciendo un esfuerzo enorme por ser optimista, por disfrutar de todas las oportunidades que te está ofreciendo esta vida.
Intentas no pensar, alejar esos pensamientos de ti. Lástima, ya es tarde. Cuando te das cuenta, estás viajando entre recuerdos. Sonríes para tus adentros con un poco de amargura. Por lo que fue, y ya no puede ser. Después vienen las mismas preguntas de siempre, te cuestionas cuál fue el error o si eres la culpable de todo. Deshaces ese hilo de pensamiento y sigues escuchando la canción. Son tantos momentos vívidos que es imposible poder retener que la comisura de tus labios se eleven. Porque todo son momentos felices y quieres quedarte con eso.
Por lo que fue, y ya no puede ser. Una canción con recuerdos, demasiados. Quizás por eso dejaste de escucharla.
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