viernes, 30 de septiembre de 2011

Los pies en la tierra.

Escúchame bien. No juegues a ser quién no eres, no intentes tener una fortaleza que jamás has tenido. No me trates como si supieras todos los secretos de esta vida y mucho menos pienses que soy menos que tú. 

No eres quien crees ser, no tienes esa fortaleza que crees tener. La vida tiene demasiados secretos para que tu seas conscientes de ellos y somos iguales. Pero tiene que llegar el día en el que explotas y la situación te puede. Tienes ganas de gritar y se ve como esa fortaleza jamás ha estado ahí porque nunca ha existido. Eres débil. Demasiado débil. Lloras, y es en ese momento cuando tus piernas son incapaces de sostenerte. 

Aparto la vista y guardo silencio. Y soy incapaz de retener las lagrimas. Lloro porque a pesar de todas las cosas que te aguanto, las groserías, los malos humores, las malas caras... nunca te has parado a escucharme y te quiero. Siempre he tenido razón en cada cosa que he dicho porque así las sentía. Y ahora por mucho que quiera ahorrarte la pena, decirte que no pasa nada y que todo saldrá bien no puedo hacerlo. Tú eres el único capaz de ver la salida y saber que camino escoger.



A diferencia de ti, se quién soy y siempre he sido más fuerte que tú. Jamás pretendí conocer los secretos de esta vida y aunque te pese, debes intentar mantener los pies en la tierra, así como los tengo yo.

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