Ha llegado el día que estabas esperando. Sabías que llegaría, esto no podía ser eterno. Al principio eras incapaz de ver un poco de luz en el túnel y sin embargo ahora eres capaz de visualizar con total claridad la salida.
No sabes si será peor o mejor pero ya de entrada ves un cambio. Un cambio tremendo en ti. Han pasado sólo unas semanas y has cambiado tu forma de pensar. Mejor así, demasiados palos. Está claro que el mundo no está hecho para débiles y cobardes. Y tú antes formabas parte de ese grupo. Siempre guardando la compostura y haciendo lo socialmente correcto. ¿Para qué? Ahora lo sabes bien: para nada. Siempre habrá alguien que rompa las reglas antes que tú y que sólo piense en uno mismo.
Así que es momento de tomar decisiones una vez más. No vas a olvidar el daño que te ha producido todo pero tampoco te vas a lamentar más de lo necesario. Primero sentirás pena y quizás llegues a extrañar otros tiempos (ya sabes, cualquier tiempo pasado siempre fue mejor) pero eso será únicamente al principio. Después pasarás a una segunda etapa: Aceptación. Te acostumbrarás al cambio, es sencillo. Luego aparece el punto en el que todo se queda en un mero recuerdo. Pero para eso aún debe llover mucho y pasar muchos días de calor.
Las horas siguen su propio curso. Sin retrasos. Ni un minuto más, ni un segundo menos. Sabías que el tiempo pone cada cosa en su correspondiente lugar. Más tarde o más temprano. Y aunque te cueste reconocerlo, por primera vez, sientes un poco de alivio.
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