En estos días sueles acordarte de ella. Y piensas en él: En sus dulces ojos azules que reflejan cansancio pero a la vez siguen manteniendo sus ganas de vivir, de disfrutar de los pequeños instantes de esta vida. Te observa cómo sólo él puede mirarte, con amor y admiración, por ver cómo has crecido y en qué te has convertido. Él y los tuyos son los únicos capaces de darte ese amor incondicional. Y más él, que ha dado tanto por todos y jamás ha recibido nada a cambio.
Te quedas mirándole perpleja y sientes como se te escapa el tiempo. Te acuerdas de ella y de tus promesas no cumplidas. Y es entonces cuando te gustaría ignorar que las manecillas del reloj siguen su curso. Que todo lo que es, seguirá siendo mucho más adelante.